Gwyneth Paltrow y la presión por no envejecer de Hollywood
La edad para las mujeres en la pantalla grande es -lamentablemente- un problema. Pero hay activistas pro-age que reivindican el paso del tiempo.
Botox, ácido hialurónico, cirugías estéticas y un sinfín de procedimientos que buscan atenuar el paso del tiempo.
La presión por no envejecer o “verse menor” afecta, en especial, a las mujeres en la industria del entretenimiento; música, cine… Hollywood se construyó sobre una fantasía masculina del cuerpo femenino: joven, terso, sin arrugas y eternamente disponible.
Y películas como “La Sustancia” (2024) son prueba de ello; no te lo dicen directamente, sino que, simplemente, te reemplazan.
Por supuesto, esto sólo aplica a las mujeres. Cuando los hombres envejecen se vuelven interesantes, respetables y distinguidos, en cambio, las mujeres pierden protagonismo, roles y contratos.
Se les exige mantenerse jóvenes y en forma; un doble estándar ante el cual actrices como Gwyneth Paltrow o Sarah Jessica Parker se han posicionado, reivindicando el paso del tiempo y aceptando la aparición de arrugas.
La postura pro-age de Gwyneth
En una reciente conversación con Chioma Nnadi, presentadora del podcast “The Run-Through with Vogue”, la actriz e ícono de los 90 no sólo habló sobre su próxima película “Marty Supreme”, sino también comentó que “no quiere intentar aparentar 28 años”.
Una frase que respalda su activismo pro-age, especialmente, en una industria tan salvaje como Hollywood.
En más de una ocasión, Paltrow ha reflexionado sobre el envejecimiento y las expectativas antinaturales de que las actrices se mantengan congeladas en el tiempo.
Pero también, ha evidenciado la falta de representación de mujeres mayores en el cine y la reducción de ellas a personajes secundarios o a roles que sólo existen para acompañar a otros.
Los números que incomodan a Hollywood
Y el contexto la respalda. Por ejemplo, en las 100 películas más taquilleras de 2023, sólo un 15 por ciento de los personajes femeninos tenía más de 40 años y apenas un siete por ciento superaba los 60.
Cifras que demuestran que el edadismo es uno de los sesgos más persistentes del cine. Está normalizado y responde a un sistema que históricamente ha preferido cuerpos jóvenes antes que historias maduras.
Aún así, distintas actrices han empujado un cambio desde la pantalla misma. Sarah Paulson, Demi Moore, Cate Blanchett, Angela Bassett, Meryl Streep o Jamie Lee Curtis han demostrado que sus historias también convocan, emocionan y venden.
Sus carreras son la prueba de que el público quiere ver a mujeres mayores en roles protagónicos.
Y así lo percibe Gwyneth, quien en el podcast ya mencionado reveló sus ansias por interpretar la historia de una mujer mayor.
“Me interesa mucho cómo envejecen las mujeres y cómo se ven a sí mismas a medida que envejecen”, dijo.
Una declaración que en la pantalla grande se vuelve casi revolucionaria y abre una conversación que si bien el cine ha tocado, no ha abordado:
¿Qué historias se dejan fuera cuando las mujeres sobre los 40 años desaparecen de los protagónicos?