Prendas vemos, dónde terminan no sabemos: relato de mi viaje a Alto Hospicio
Es una pregunta que me ronda hace años, pero que desde hace unas semanas me resuena con más fuerza: ¿Dónde terminan las prendas que usamos, dejamos de usar y descartamos sin pensar? ¿Te lo has preguntado?
Durante años compartí imágenes, datos y reflexiones desde mi cuenta @Reviviendomilprendas. Hablando del consumo consciente y microbasurales de ropa en el norte de Chile que se hicieron virales hace un par de años, cuando medios internacionales pusieron sus cámaras en Alto Hospicio. Pero aún no tenía la oportunidad de conocer el territorio. Hasta ahora.
El inicio del viaje
El domingo 11 de mayo hice ese viaje. Sabía que no sería fácil. Y no lo fue.
Mi amigo Bastián Barría, activista incansable del territorio y Co Fundador de la ONG Desierto Vestido, nos llevó junto a una amiga a visitar dos microbasurales ilegales del sector ¿Cuántos más hay? Nadie lo sabe con certeza, pero podemos intuir que son muchos y con el paso de los días van quemando algunos y creando nuevos.
Tierra seca, sol de mediodía y mucho silencio en varios momentos de la visita. Observamos las prendas ahí apiladas como si alguien las hubiera dejado con rabia. Zapatos solitarios, chaquetas sucias, calcetines sin par y también ropa con etiquetas intactas. El fuego también estaba presente. Sí, vimos ropa quemándose a lo lejos.
El olor era penetrante, denso, un humo que no solo se mete por la nariz, sino que se instala en el pecho y consciencia, como la película de terror más realista que vi.
Reflexiones
¿Sabías que Chile es el principal importador de ropa usada en América Latina? Cada año entran al país alrededor de 40.000 toneladas de prendas de segunda mano, en su mayoría desde Estados Unidos y Europa para comercializar acá.
Pero lo que no se logra vender, cerca del 60%, termina descartada ilegalmente. ¿Dónde? En nuestro desierto. Ese mismo que alguna vez fue un paisaje majestuoso e inmaculado, ahora convertido en el cementerio textil del mundo ¿Te imaginas vivir ahí y ver, año tras año, cómo tu entorno se va llenando de basura y humo? Es ver cómo ese paisaje se transforma poco a poco en un basural textil.
Lo que me duele no es solo el impacto visual, sino imaginar las historias detrás de cada prenda. ¿Quién la cosió? ¿Quién la usó? ¿Por qué fue descartada? Y ahora, ¿qué daño seguirá causando al medioambiente? La ropa no desaparece por arte de magia cuando se bota, se convierte en un cementerio de costuras olvidadas. Esa es una verdad incómoda que muchas veces se prefiere evadir. Si bien deben existir políticas públicas que regulen la situación, también tenemos que accionar como ciudadanos.
Esperanzas
Te cuento, que en medio del polvo y los montones de telas, también hay resistencia y esperanza. Personas que están intentando cambiar el rumbo. Conocí de cerca el trabajo de Desierto Vestido (desiertovestido_tarapaca) por mi amigo Bastián, y créeme, lo que hacen es un gran aporte. Documentan lo que ocurre, educan a la comunidad, rescatan prendas y crean alternativas reales, como la campaña “Atacama RE-commerce”.