Ganó con estilo: Los looks de Megan Thee Stallion en tribunales
Megan Thee Stallion volvió a ser tendencia, pero esta vez no por su música ni por una aparición en la alfombra roja, sino por sus looks para ir a tribunales.
La rapera estadounidense, Megan Thee Stallion, decidió compartir en sus redes sociales una serie de outfits que usó durante su reciente juicio civil por difamación, el mismo proceso legal que terminó ganando contra la bloguera Milagro Gramz, o más bien, Milagro Cooper, su nombre real.
Fiel a su estilo directo y sin filtros, la artista no solo celebró el veredicto, sino que también aprovechó el momento para mostrar cómo incluso en un contexto tan tenso logró mantener un nivel de imagen impecable, convirtiendo la sala del tribunal en un inesperado escenario de moda.
El trasfondo del caso
La demanda surgió luego de que Gramz difundiera durante años rumores falsos, acusaciones sin fundamento y hasta un video deepfake sexual sobre la artista, todo esto tras el caso ampliamente conocido y discutido en EE.UU. donde el músico Tory Lanez le disparó a Megan hace cinco años.
El jurado determinó que las publicaciones de la influencer generaron daño emocional, reputacional y daño intencional, lo que se tradujo en una compensación de 59.000 dólares para la rapera. Más allá del monto, la victoria de Megan marca un precedente importante en relación a visibilizar el impacto real del acoso digital, las mentiras amplificadas por redes sociales y el uso de tecnología manipulada para atacar a figuras públicas.
Más que moda
Que Megan haya compartido estas imágenes justo después del veredicto no fue casualidad. La artista reconfiguró un proceso doloroso en un acto de autoafirmación, demostrando que su estilo también puede ser una herramienta para recuperar poder sobre su propia historia.
En un mundo donde los ataques digitales buscan deshumanizar, Megan respondió con presencia, dignidad y la fuerza visual de un look bien construido.
Su aparición no solo ganó en la corte, también ganó en estilo. Este caso nos ayuda a recordar que la moda, incluso en sus versiones más sobrias, puede ser un gesto político.