Cómo el invierno debilita tu piel (y qué hacer al respecto)

Los cambios de temperatura, el aire seco y los tejidos sintéticos afectan más que tu ánimo. Acá te explicamos por qué el invierno compromete la salud y cómo puedes protegerte desde la ducha hasta el clóset.

Una mujer, una hermosa joven sentada en un sofá en la sala de estar y una mujer aplicándose crema hidratante en la cara, tiene una toalla en la cabeza..png

Créditos: Getty Images

Cuando bajan las temperaturas, no solo cambiamos el clóset: también cambia el ambiente en el que vivimos. El aire se vuelve más seco, subimos la calefacción, nos duchamos con agua más caliente de lo normal y nos envolvemos en capas de ropa que, aunque abrigan, muchas veces irritan.

“Cuidar la piel en invierno no es solo cuestión de estética, sino de salud (..) Más que nunca, es momento de escuchar lo que la piel necesita”, explica Nayibeth Andrade, Product Manager de Galderma.

La calefacción reseca más de lo que calienta

Las estufas o calefactores, aunque nos salvan del congelamiento, también reducen drásticamente la humedad del ambiente. Y eso tiene consecuencias directas en la piel: ese aire seco deshidrata no solo el rostro, sino también el cuerpo y las mucosas. Por eso en invierno vemos más labios partidos, ojos irritados y piel agrietada.

“Estos elementos no solo resecan, también comprometen la función protectora de la piel”, explica Andrade, “facilitando la aparición de brotes, sensibilidad y una sensación constante de tirantez”.

Por eso, la recomendación es no sentarse o dormir cerca de estos aparatos para evitar el calor directo, algo que puede provocar enrojecimiento, ardor e incluso quemaduras leves.

Créditos: Getty Images

Ropa linda, pero ¿es amable con tu piel?

Otro factor que solemos pasar por alto es la elección de telas. Los tejidos sintéticos como el poliéster o el nylon tienden a retener el sudor y generar fricción, sobre todo si están en contacto directo con la piel. Eso puede provocar sudoración excesiva, picazón, enrojecimiento o pequeñas reacciones alérgicas, sobre todo en personas con piel seca o sensible.

Lo ideal es usar capas base de algodón o telas naturales. Son transpirables, suaves e hipoalergénicas, lo que reduce el riesgo de irritación.

mujer con ropa de invierno y picazón. frío.png

Créditos: Getty Images

Duchas calientes: placer momentáneo, castigo prolongado

Si eres de las que no puede sobrevivir sin una ducha hirviendo en invierno, te tenemos una mala noticia: el agua muy caliente elimina los aceites naturales que protegen la piel, dejándola más vulnerable a la deshidratación.

Además de preferir duchas tibias y cortas, es importante usar limpiadores suaves, ojalá sin jabón tradicional. Y lo más clave: hidratarse justo después de salir del agua, cuando la piel aún está húmeda y puede absorber mejor los activos, sugiere Andrade.

mujer se baña con agua muy caliente, baño con vapor en invierno.png

Créditos: Getty Images

La rutina que tu piel necesita (de verdad)

Durante el invierno, hidratarse una vez al día no es un lujo, es una necesidad. Y no solo en la cara: también en el cuerpo. Las zonas como codos, piernas y manos sufren especialmente por el roce de la ropa y la falta de humedad.

Lo idea es buscar fórmulas con ingredientes como glicerina, pantenol, niacinamida o aceites vegetales, ya que los expertos destacan la importancia de “tener una rutina de skincare en todo el cuerpo que no solo limpie la piel, sino que mantenga la hidratación”, como dice Nayibeth Andrade.

Pequeños cambios como incorporar un humidificador, evitar el aire seco en los espacios cerrados o ventilar una vez al día pueden hacer un gran cambio en tu piel.

Preparación de la piel: una mujer usa crema base y base de maquillaje frente al espejo. Se prepara para ser el centro de atención con cuidado de la piel y maquillaje.

Créditos: Getty Images

Escucha lo que tu cuerpo te está diciendo

El invierno nos exige abrigarnos, pero también nos invita a cuidar lo que hay debajo de esas capas. La piel no solo es una barrera física, también es un reflejo de cómo nos sentimos y nos cuidamos. Y en esta temporada, más que un suéter nuevo o una sopa caliente, a veces lo que realmente necesita es una rutina pensada para protegerla, calmarla e hidratarla.

Adoptar hábitos adecuados y elegir productos diseñados específicamente para enfrentar las agresiones del frío puede marcar la diferencia entre una piel debilitada y una piel equilibrada, cómoda y protegida”, concluye Nayibeth Andrade.


No se trata de llenar el baño de productos, sino de elegir bien, crear hábitos y, sobre todo, no ignorar esas señales sutiles que la piel siempre nos da.


Catalina Rebolledo Santana

Redactora Somos la Percha

Siguiente
Siguiente

El poder del flequillo: el cambio de look que nunca falla