Tom Ford Primavera‑Verano 2026: seducción nocturna bajo la lente de Ackermann
La nueva colección redefine el legado de la casa con una mirada provocadora y elegante, donde la sensualidad se encarna en sastrería fluida y transparencias audaces.
Presentada en la Semana de la Moda de París, la propuesta del diseñador Haider Ackermann para Tom Ford despliega un desfile íntimo, cinematográfico y cargado de erotismo estético, en el que cada prenda dialoga con la piel, la luz y el deseo.
Una escenografía cinematográfica
El desfile se montó sobre un piso lacado azul‑marino brillante que evocaba la profundidad nocturna. Las modelos se movían con gestos deliberados —deslizándose, girando, buscando la mirada— como si fueran personajes de un thriller sensual.
Este contexto oscuro y pulido permitió que los tonos vibrantes y las texturas de las prendas se destacaran con dramatismo.
Paleta cromática: entre lo intenso y lo etéreo
Ackermann evita el monocromatismo habitual de Tom Ford: introdujo tonos lima, rosa pastel, menta, azul Klein y naranja, junto a notas más tradicionales como el azul marino profundo.
Los colores, usados en sastrería ligera, vestidos drapeados y conjuntos mezclados, revistieron la colección con una vivacidad inesperada.
En contraste, los negros y azules oscuros sirven como telón de fondo que reforzó la atmósfera nocturna, acentuando el efecto de “baño a medianoche” que Ackermann cita como metáfora central de la temporada.
Siluetas y materiales: tensión entre estructura y fluidez
Trajes de corte preciso en seda o tejidos ligeros que rozan la piel se convirtieron en segundas pieles. En varios casos, los pantalones bajos y chalecos sin camisa sugirieron un juego entre la elegancia formal y la exposición íntima.
Las transparencias, encajes, conjuntos de blazer y pantalón en tonos vibrantes, entregó ese espíritu seductor.
Guiños sensuales
Los vestidos noche cobraron vida con estructuras de alambre que parecen desafiar la gravedad: tirantes asimétricos que envuelven o “flotan” sobre el cuerpo, y piezas al margen del corsé convencional.
Ackermann evita la vulgaridad: su erotismo es sugerente, casi táctil. Lo sensual surge del contraste entre lo oculto y lo insinuado. Las superposiciones, los cortes estratégicos y los tejidos translúcidos se combinaron para activar miradas sin exponer por completo.
Bajo la batuta de Ackermann, la casa Tom Ford recupera su esencia provocadora sin caer en lo pornográfico, mezclando riesgo con elegancia.
Cada prenda se siente vivida, como si habitara la piel de alguien real. Con esta colección se evidencia que la moda puede seguir siendo deseo sin dejar atrás la elegancia.